domingo, 8 de septiembre de 2024

Reina entre damas

Gredos en otoño es fascinante y para Vanesa era la mejor época para asomarse a ese reducto natural sin la machacona mano del hombre puesta encima. Llegó con la furgo al camping de siempre y tras la ventanilla, el recepcionista al reconocerla, le abrió la barrera y con un gesto con la mano le dio a entender que se acomodase y luego pasase por recepción. 

—¿Dónde irás, Vanesa?

—Al Puerto del Peón, si todo va bien.

—Buena elección, pero vas a estar sola.

—Es igual, tengo la ruta bien grabada.

Al llegar al inicio, aparcó al lado de un holgado plástico negro que resultó tapar el cadáver de una vaca en avanzada descomposición. Aceptó su incómoda elección y cogió rumbo hacia arriba sin la más mínima demora. Tras los primeros kilómetros a buen ritmo, en la primera poza que se encontró, no dudó en darse un baño semidesnuda, pues el sol relumbraba con fuerza y sabía que la experiencia iba a ser única.




 Continuó y vio como un gran nubarrón desde el Norte iba cabalgando a galope y en poco tiempo llegó a oscurecer gran parte del cielo, que sumado al frío de la altitud, le pareció haber pasado del verano al inverno en menos de dos horas. Un joven zorro desde la ladera observó agudamente cómo Vanesa se ponía el cortavientos ante el violento cambio de tiempo. Ya en lo alto, se quedó absorta de la belleza del lugar, piedras ciclópeas puestas de manera caótica, azarosa... Ante el azote del viento, le parecieron las piezas caídas y esparcidas de un tablero de ajedrez, como de un manotazo. No dudó en señalar a la que quedaba en pie, como el peón que daba nombre a la cima. Otra, dispuesta plana y casi completamente circular, se escapaba al azar y la vio dispuesta a voluntad, se orientaba resguardada del viento en la vertiente sur y la eligió para meditar tras el merecido descanso.

Las vistas de esta vertiente le parecieron increíblemente hermosas y se llenó de gozo e inspiración. En meditación, entró en profundo samadhi, soltó y se liberó del espacio y el tiempo. Se sintió en bienaventuranza, etérea y con poderes, liberada por completo del mundo material. En tales circunstancias, decidió volver sobrevolando, pues las vistas desde el vuelo serían el remate final a tan maravilloso día. Al llegar, aprovechó una zona boscosa junto al Tormes para descender y continuar los últimos metros a pie hasta el camping.

—Qué rápido Vanesa, le has dado mucha caña —afirmó Joaquín, el recepcionista.

—Estaba oxidada, ¡necesitaba mover el esqueleto! —le respondió, rebosante de alegría.

Edpukazn, a 8 de septiembre de 2024

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