Así se llamaba aquella representación del llamado arte contemporáneo, un cajón de sastre en el cabía aquel triste camión cubano en medio de la laguna. Del techo emergía un pequeño chorro de agua que percutía de manera discontinua sobre la chapa oxidada y el sonido evocaba el irremediable y demoledor paso del tiempo, tlon tlon tlon, como las manecillas de un reloj. La intención del autor del porqué de la tanqueta allí no acabó convenciendo a Robe, la escena le sumió en su habitual tendencia a ver el vaso medio vacío o mejor, vacío del todo: de las guerras ni se aprende ni serán cosas del pasado.
Edpukazn, 11 de diciembre de 2025.
