jueves, 29 de agosto de 2024
domingo, 25 de agosto de 2024
Charles Baudelaire... Acerca del mar
¡Hombre libre, siempre adorarás el mar!. El mar es tu espejo; contemplas tu alma en el desarrollo infinito de su oleaje. Y tu espíritu, no es un abismo menos amargo.
© Muskiz, diciembre, 2012.
viernes, 23 de agosto de 2024
Senderos de gloria
Ángel era así, cada vez que tenía una dolencia, superaba por siete a la misma en cualquier otro. Sufrió esa carga desde bien pequeño. Unas fiebres víricas que en dos o tres días se solventaba, para él podían ser dos semanas...
Aquella vez, tras venir del asunto de Pirineos, estuvo tres meses a la sombra por una lumbociática con rectificación dorsal... ¿ Qué era eso ?. Andar tieso como un poste de la luz durante semanas, con unas mejoras diarias imperceptibles... Le llevaron a una profunda desesperación.
Eligió un sendero a las afueras de la ciudad pero próximo a su casa, bordeado a lo largo de pinos, quizás centenarios, que terminaba en alguna edificación que ya no estaba. Ahora sólo quedaba el vacío.
Salía al atardecer. El sendero no era gran cosa, más bien, era mal cosa. Había restos de escombros, tramos con olores nauseabundos de mamíferos en descomposición y una cinta policial recordaba el cadáver de alguien cercano en el tiempo, aún así, era el medio más natural que tenía a mano. No era de parques atestados.
Cuando llegaba a ese final, que hacía coincidir con la caída del sol, se reclinaba cuidadosamente sobre un montículo para contemplar la escena del atardecer: unos días normales, otros deprimentes, otros pero aún, otros esperanzadores, algunos sin calificación y otros... Como la mejor medicina con la que ningún galeno le había podido aliviar...
Edpukazn, a 23 agosto de 2024
jueves, 22 de agosto de 2024
lunes, 19 de agosto de 2024
El Sangre de Valdeacederas
Le llamaban "el Sangre" en su barrio natal, pero ni la propia familia sabía el porqué del apelativo. Normalmente no tenía mal carácter, fue un trabajador no cualificado pero cumplidor, sin ambiciones. En la guerra civil tampoco destacó por acto heroico ni por lo contrario. Una vez más, cumplió. A sus setenta y ocho, fue diagnosticado de demencia moderada, dándole por acumular cajas y cajas de huevos de las de 24 uds. en una habitación y en otra, revistas y periódicos en tal número, que en ocasiones no se podía abrir la puerta. Sobre el televisor, colocó un paño de fino encaje y sobre éste una pastilla de jabón de manos, dejando claro qué era lo más importante en su casa.
Sus hijas, tratando de evitar el dolor que suponía el ingreso psiquiátrico, le limpiaban la casa una vez por semana, aprovechando su ausencia y vaciando algo de esas habitaciones.
Aquella mañana, volvió antes de lo esperado y encontró a sus hijas en plena tarea de vaciado de enseres. De repente, sus ojos mostraron un gesto de enajenación como nunca antes le habían visto, fue corriendo a la cocina y trajo consigo el cuchillo de hoja más grande y afilado que encontró. Lo lanzó con toda su furia, clavándole en una caja de huevos, con tal energía que entre los huevos, entero desapareció. Las hermanas se miraron al unísono y en descomposición: el Sangre había despertado.
Edpukazn, 19 de agosto de 2024.
sábado, 17 de agosto de 2024
La vieja Singer
Por el transistor sonaba, lejano y entrecortado, el fandango "Toíto te lo consiento, menos faltarle a mi mare..." con la voz del mítico cantaor Pepe Pinto... Mientras, la abuela Chelo dirigía con apuro a su hija en la confección de una blusa, usando para ello, la vieja Singer familiar de los años cuarenta. El calor sofocante y el más que probable estreno inminente en la primera Comunión de su sobrino, apremiaba el deseo por terminar cuanto antes en aquel verano del '86.
—Coooorta más abajo, vayas a quedarte sin teeela... Cooorta... yaa, ¡ya!
—¡Cómo voy a cortar tan abajo! —exclamó Marga. Y cogiendo aire, continuó atrapada en la crispación del momento:
—¡Si hemos medido aquí! —Además, a mí no me gustan tan largas y menos con este calor, ¡no podemos estar corta que te corta toda la mañana!, ¡parece mentira, de verdad!, ¡No sé cómo no lo ves!, ¡No lo sé!
—Mira que es buena máquina la Singer, ¡nos salió buenísima! —concluyó Chelo, dando por zanjada la discusión.
A la par, el canario elevó su cantar alegre y frenético desde la jaula del balcón, intentando atemperar las malas energías. Su nieto Joselu, desde el sofá, se quedó absorto en los gestos y miradas de su abuela, totalmente exenta de la menor ira o resentimiento, con la sabiduría y regocijo de quien valora compartir los últimos años de su vida con los suyos.
Edpukazn, a 17 de agosto de 2024
jueves, 15 de agosto de 2024
El infinito en una ola
Desde su primer contacto, Lamas se sintió atraído por el mar, si bien, no convivió de continuo demasiado, apenas una década intermitente por cambios de destino laboral. Ya en su senectud, amante viajero, adonde quiera que iba que lo hubiera, se acercaba a echar un rato con su viejo amigo, y si era en soledad, mejor.
Todo lo que se movía alrededor de él, le causaba inspiración: las barcas y las gentes del mar, el canto de las aves, caminar descalzo por las arenas, cuánto más compactas mejor, escudriñar entre los sedimentos que aparecían en las orillas, llegados de dios sabe dónde... Escuchar el sonido del mar en sus innumerables tonalidades, el misterio que se urdía en el horizonte con un sinfín de rumbos e historias pasadas... Pero si había algo que le hipnotizaba como una hoguera en invierno y con lo cual se veía en unidad, era el simple caer del labio de una ola en la orilla, cualquiera que fuera su tamaño o forma. Unos instantes, que percibía como fotogramas separados, haciéndole sentir la atemporalidad, el infinito, lo no nacido... Quizás, la manifestación más pretérita que aún se puede observar en la faz de la Tierra, pensaba...
Edpukazn, a 15 de agosto de 2024
martes, 13 de agosto de 2024
Guerra en Gerra
—¡Joputa, me has cortao!
—¡Qué dices chavaaaal!, si no tiene casi filo, mira...
López, en un arranque de ira, tiró el cuchillo por la puerta corredera de la furgo sin preocuparse de lo que pudiera haber detrás. El ambiente estaba caldeado. Bosco alucinaba con la relación de estos dos seres tan dispares, uno de férrea ideología católica, de hablar recto y disciplinado y Berna, sin darle importancia a casi nada que no fuera surf y fumar cannabis, recién llegado de Kathmandú de hacer el hippie por allí durante meses y sin más vida laboral que tres semanas de repartidor en un "telepi" de Aluche. Sin duda, el surf era lo único que les unía, aunque igual era ya suficiente.
—¡Mirad, está entrando Cotera!, ¡y Balvín!,
—¡Venga, vamos! —sentenció López, sin duda el más capacitado de los tres para afrontar el maretón que desde hacía dos días sacudía el Noroeste.
A Bosco, que le hablaran de surfistas semiprofesionales llegados de Asturias expresamente a Gerra, no le hacía ninguna gracia, pues significaba que el día era muy fuerte en oleaje, y para su nivel, podía ser un tormento.
Al llegar a la zona de rompiente, el pánico se apoderó de él, pensó en que una sacudida de esas podía mandarle fuera de juego, quizás con la tabla rota, o alguna lesión en el choque con el fondo. Por su experiencia sabía que siempre "se comía" alguna en esta zona comprometida, por lo que se preparó para lo peor. Efectivamente, dos olas seguidas, las más fuertes de la serie, le dieron los revolcones más severos de su vida como surfista, dejándole in extremis para poder continuar. Dudó la opción de retirada, cogió aire como pudo y con furia remó con las fuerzas que le quedaban hasta llegar a la zona de confort tras del pico para ponerse a salvo.
Apoyó su cabeza en la tabla durante unos segundos, quizás minutos y tras ello, echó la mirada a la costa buscando el parking, el cual se había desplazado a la derecha, al menos un centenar de metros. Fue sin duda la peor noticia del año para él. No ver a sus amigos cerca y el parking tan alejado, imposible de retornar remando. Había pasado más tiempo del que pensaba en su batalla hacia el pico y la corriente le estaba llevando hasta la Punta Peñaentera, la zona más complicada de esa costa. Se dijo verbalmente:
—Hoy tienes faena, chaval.
Sin fuerzas, sabía que intentar remar hacia la orilla era inútil, apenas podía sacar los brazos del agua ni para pedir auxilio. Intentó calmarse e ir adelantándose a lo que podría pasarle. Pensó que tras la Punta tendría un kilómetro aproximadamente de costa abrupta desconocida para él hasta el cabo de Oyambre y a partir de ahí, podría llegar a la playa del Pájaro Amarillo, resguardada de este oleaje salvaje, augurando que esta podía ser como el Pacífico para Elcano tras la lucha en cabo de Hornos. Se animó hábilmente con ese objetivo, dejándose llevar por la corriente en paralelo a la costa abrazado a la tabla como un náufrago, intentando que no le cazase ninguna ola y con la mayor impotencia que había sentido en su vida.
Conocía a López bien, sabía que pronto le habría echado en falta en el agua y sabiendo el límite de sus condiciones físicas, le podía estar llevado la corriente. Eran buenos amigos e intuía que pronto habría salido del agua a intentar verle desde la orilla y en última instancia, pedir ayuda a Salvamento de San Vicente. Sin embargo, en su torbellino mental, también se imaginaba yendo mar adentro perdiendo por completo la vista de la costa, la agitación que podría estar causando en la playa, el titular de sucesos de El Diario Montañés del día siguiente: "Otro surfista rescatado en Oyambre en el día de ayer", o " Cuatro horas a la deriva con una tabla de surf en Oyambre" o disparates como lo que iba a tener que pagar por el rescate...
Recuperado y con algo de fuerzas, comprobó cómo le llevaba la corriente en paralelo a la costa, animándose a remar para llegar lo más rápido posible y superar ese largo kilómetro de rocas y más rocas. Bosco en realidad no pensaba tanto en lo malo que le pudiera ocurrir, sino en la angustia que podía estar causando en tierra firme. Por fin divisó el cabo de Oyambre. La olas se iban suavizando y la ensenada de la Rabia se veía ya próxima como un oasis caribeño. ¿ Cuánto tiempo habría pasado ?. A él se le hizo como dos o tres horas desde el inicio. Alzó el cuello y vio una ambulancia con los rotativos puestos junto al camping. De repente, inesperadamente, una moto náutica de la Cruz Roja pasó por encima de una ola como un sputnik hacia el cielo y se aclararon todas sus dudas, estaba salvado:
—Viva España —verbalizó, en pleno agotamiento.
Se sujetó a una de las cuerdas de la parte trasera de la moto tras un espectacular giro del conductor y le miró con un gesto entre agradecimiento y desesperación, pero sin articular palabra. El libertador, que en apariencia debía ser un surfista local de la zona, le vociferó entre el traqueteo del intraborda:
—¡Está Gerra muuuuy loca!, ¡¡agárrate bien!!
Edpukazn, a 13 de agosto 2024.
sábado, 10 de agosto de 2024
Madrugar en Meñakoz
Para Jabo, ir a la Uribe Kosta era como volver a tiempos remotos de la Humanidad. En el camino, ver el cartel del yacimiento prehistórico de sílex y la colisión del Cantábrico en esa costa abrupta y afilada, le retrotraía en el tiempo a miles y miles de años atrás. Era uno de sus lugares preferidos, aunque muy pocas veces lo visitaba por la distancia que le suponía desde el Sur. Incluso la sonoridad del emplazamiento le parecía de lo más apropiado: ¡Meñaaaakoz!.
Llegó ya anocheciendo y no pudo elegir un buen sitio para aparcar su furgo, viéndose rodeado de pedruscos, decidió aparcarla enmedio de esa maraña, por no estresarse buscando otro más idóneo. Quería descansar y pronto por la mañana, ir con su cámara a intentar captar ese "momento mágico" del que tanto hablaban los profesionales de la fotografía en el alba y del que nunca llegó a ser consciente. No había furgonetas a su alrededor pues era finales de octubre y entre semana, aunque las olas estaban aseguradas, sin ser demasiado grandes ni machaconas, algo ideal para su nivel.
No fue una noche para nada cómoda, al estar rodeado de piedras se sumaba la necesidad de levantarse pronto para tomar fotografías y la intranquilidad de un spot arriesgado para él, con una larga remada desde la orilla hacia la rompiente que dudaba en completar si había más oleaje del esperado... Sentir el rugir del mar desde la furgoneta tampoco ayudaba a serenarse. Pudo descansar al concluir que no entraría si no había más surfistas en el agua.
No hizo falta que sonara la alarma de su móvil, despertó con el claro pero mudo susurro del subconsciente:
—Eh, despierta si quieres tomar esas imágenes.
Cogió su apreciada Pentax K10D y se dirigió a un lado más alto para lograr el mejor encuadre posible... Más de noche que de día, se sorprendió enormemente al ver dos surfistas en el agua, ávidos de coger las primeras olas del día, con unas condiciones inmejorables, sin viento. En unos pocos minutos, se fue aclarando y Jabo se percató por sorpresa de ese momento mágico de la fotografía, con absoluta certeza. Más divinos que mágicos, pensó, no pudo evitar soltar una lágrima ante una imagen tan inefable como sublime.
Extasiado por ese corto minuto o minuto y medio fue a cambiarse a la furgoneta en lo que lumínicamente ya le parecía un día mundano más pero con ese surco que le había dejado esos momentos, se sintió embriagado para largo rato. Bajó a la orilla y en una remada larga pero sin la dificultad esperada llegó al pico junto a sus tres acompañantes. Con una ligera subida de cabeza saludó a uno de ellos dando a entender un ligero ¡Aupa!. Jabo era de Almería y sus amigos calés en lugar de Javier le llamaban Jabo, por serles más cómodos la pronunciación, y así quedó como nombre, lo que curiosamente le ayudaba a sentirse uno más en el entorno vasco, algo que le hacía bastante gracia al presentarse.
Se giró y contempló la pared inmensa del acantilado. Sintió un profundo agradecimiento por ser testigo de la magnificencia del lugar, un deseo de compartirlo con quien fuera y una extraña sensación de amistad y aprecio hacia aquellos desconocidos de aquella mañana, que sin duda sentía devuelta al cruzarse entre ola y ola. No fue una sesión más, fue una impronta del sentido de la vida para él en aquellos años.
Edpukazn, a 10 de agosto de 2024.
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Desde su primer contacto, Lamas se sintió atraído por el mar, si bien, no convivió de continuo demasiado, apenas una década intermitente p...
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Por el transistor sonaba, lejano y entrecortado, el fandango "Toíto te lo consiento, menos faltarle a mi mare..." con la voz d...